“Como creía que eran turistas no les llevé el apunte y me di vuelta para volver a la sala principal. Cuando estaba en la mitad del primer patio uno de ellos me llamó y al darme vuelta me encontré con cuatro pistolas que me apuntaban”, así describió el agente Lucio Alanís el momento en el que cuatro personas –tres hombres y una mujer- lo redujeron para tomar y vandalizar la Casa Histórica.
¿Quiénes fueron los montoneros del ataque?Aquel 14 de febrero de 1971, unos 15 minutos le bastaron a este comando para tomar el Museo nacional y escribir en las paredes del salón de la Jura y en el salón Belgrano las consignas: “Unidad Básica Combatiente Evita”, “Montoneros”, “Perón vuelve” y “Perón o muerte”.
De acuerdo a los testimonios recabados por LA GACETA, el efectivo policial de la seccional 1° no fue el único que vivió en carne propia aquel violento suceso. Alfonso Zótola -se desempeñaba como sereno- contó que ese día inició sus actividades a las siete de la mañana y dejó a su mujer y a su hija en el interior de la habitación que ocupaba en la Casa. “Yo volvía de traer agua en la regadera y me extrañó que las puertas de calle estuvieran cerradas. Eran las 7.40 y nosotros abrimos siempre a las 7.30”, contó. Y agregó: “No sospeché nada y atravesé el pasillo para ir a abrirlas, cuando de pronto me tomaron desde atrás y al tiempo que me decían ‘no grités que con ustedes no es la cosa; me arrastraron hasta el salón. Ahí me llevé la gran sorpresa. Atado de pies y manos, con la boca cubierta con un cinto, sin la camisa y sin las botas estaba el agente Alanís”. El relato de Zótola resultó clave porque allí, él logró observar como una mujer con anteojos oscuros pintaba con aerosol las paredes del histórico solar.
Las cuatro personas que perpetraron el hecho abandonaron el recinto y tras cerrar la puerta de calle, huyeron sin dejar rastros. Minutos después, los trabajadores del Museo pudieron liberarse de los nudos y dar aviso a la Policía. La investigación para dar con el paradero de los responsables comenzó de inmediato y se ordenó cerrar la Casa Histórica. Dicha orden quedó revocada tiempo después porque el gobernador, Carlos Imbaud, ordenó la apertura para recibir a los turistas.
“Indignante”
Anoticiado de los hechos, el mandatario provincial se apersonó en el solar y manifestó: “Lamento que esto se use como acción psicológica. No es ninguna hazaña el haber afrentado contra uno de los templos de nuestra nacionalidad. Los autores de este hecho son seres que no tienen ni Dios, ni Patria, ni hogar. Esto que acaba de ocurrir es realmente indignante”. Un día después de este ataque a la Casa, el Poder Ejecutivo organizó un acto de desagravio y brindó asueto en la administración pública para facilitar la concurrencia de las personas. Imbaud no estuvo presente en los actos porque ese día viajó a Buenos Aires en medio de un enrarecido clima político y rumores de renuncia.
Desagravio
El 16 de febrero de aquel año se desarrollaron los actos de desagravio a la Casa Histórica y a los próceres de 1816. A través de un decreto gubernamental se invitó a la población a participar de los eventos donde se cantó el himno nacional, se depositaron ofrendas florales al edificio y se exhibieron las paredes restauradas. En los fundamentos del documento se expresaba que “no obstante que los hechos de referencia solo pueden concebirse como originados en la reacción incontrolada de seres inadaptados, enemigos de la nacionalidad y de sus símbolos, el gobierno tiene el deber de hacerse eco del justificado repudio que ha provocado en el pueblo tal actitud”.
Por su parte, el comando de la V Brigada de Infantería también se plegó a los actos y desarrolló una ceremonia al mediodía. La jornada contó el respaldó de la Federación Económica de Tucumán, la docencia, el Colegio de Abogados de Tucumán, del gobierno municipal de San Miguel de Tucumán, la Juventud Peronista y de la Acción Revolucionaria Anticomunista ‘Libertad y Democracia’.
Operativo cerrojo
A raíz del ataque de Montoneros, la fuerza de seguridad movilizó unos 2.000 efectivos en toda la provincia y después de las 14, todas las rutas de acceso a la capital eran controladas por policías. Incluso, patrullas de la Jefatura Regional Capital realizaron procedimientos en los hoteles de la ciudad para identificar a los viajeros. En la edición del 16 de febrero, LA GACETA detalló que en ese operativo se logró capturar a Héctor Aníbal Uboidi Carreto (32), de nacionalidad uruguaya. Las autoridades indicaron que al momento de la detención, Uboidi Carreto tenía en su poder material calificado como subversivo por los investigadores y una lista de personas, en la que solo figuraban apodos. En ese momento, para la Policía existió la presunción que esta persona se desempeñaba como “correo” de organizaciones extremistas y solicitaron informes a Interpol.